Reflexión 7. La Educación Inclusiva, ¿mito o realidad?

 


Desde hace algunas décadas, nuestro país concentra parte de sus energías en mejorar el sistema educativo español, prueba de ello son las numerosas leyes de educación que se han ido redactando con el objetivo de mejorar a sus predecesoras y que ello repercuta positivamente en la realidad educativa. Sin embargo, bien es sabido que la teoría no equivale a la práctica y que las intenciones pueden ser tan buenas como inútiles si no se llegan a materializar. A medida que pasan los años, dichas leyes coinciden en varios factores comunes, y a medida que pasan los años y se van renovando, algunos de ellos cobran más importancia paulatinamente. En este caso, nos interesa mencionar la atención a la diversidad como utopía en el sistema educativo.

Bien es cierto que la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación, hace referencia en numerosas ocasiones a la atención a la diversidad, tanto es así que incluso se dedica un Título completo (Título II) a la Equidad en la Educación, hasta tal punto que podríamos afirmar que la Ley entiende educación e inclusión como conceptos indivisibles. A pesar de ello, en este mismo apartado se recoge la primera incongruencia: CAPITULO III, Escolarización en centros públicos y privados concertados. ¿Cómo puede ser posible que no solo se defienda, si no que se imponga por ley la igualdad de oportunidades, cuando en el mismo documento se continúa contemplando la existencia de centros que favorecen la legitimación de un modelo educativo que nada tiene que ver con el concepto de inclusión?

Coincidiendo con Fernando Andrés, maestro del CEIP Santo Domingo (Zaragoza), la administración posiblemente sea la principal responsable de que los alumnos entren de forma diversa en todos los centros. Asimismo, no se puede negar que dicha responsabilidad es compartida con los centros educativos y el profesorado, ya que los institutos tienen la obligación moral de incluir en sus proyectos educativos de centro una visión de educación inclusiva real, y que ésta se traslade a las aulas a través de los profesores.

Ángel Pérez, catedrático de Didáctica de la UMA defiende que la educación inclusiva es aquella que, pudiendo desarrollarse en cualquier nivel educativo, desde Educación Infantil hasta la universidad, facilita las mismas herramientas y oportunidades para que cada alumno desarrolle al máximo sus potencialidades, es decir, que la educación inclusiva ha de ser inherentemente personalizada.

Como podemos observar, la educación inclusiva es una idea que se está intentando imponer, sin embargo la realidad es que queda aún mucho camino por recorrer en este sentido. Posiblemente sea uno de los problemas educativos más importantes, porque no tener esa inclusión en la práctica reproduce y genera desigualdades entre el alumnado. En mi opinión, es un problema que ha de abordarse desde todas las áreas de la comunidad educativa, poniendo énfasis en la administración, que debe regular a conciencia un acceso equitativo a los centros como primer paso a una educación inclusiva real, haciendo frente de esta forma a la segregación escolar.


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