Reflexión 1. De los baches también se aprende

Hola a todas y a todos. Mi nombre es Claudia, tengo 28 años y soy de Valladolid. Hace unos años estudié el Grado de Educación Infantil, y después hice los Grados Superiores de Caracterización y Maquillaje Profesional, y el de Estética Integral y Bienestar, que curiosamente son los que me han hecho llegar hasta aquí. Os invito a conocer mi historia.

Hace unos años empecé la carrera de Educación Infantil con muchísimas ganas e ilusión. Fue una etapa que siempre recordaré con mucho cariño, pero también en la que por primera vez realmente no sabía hacia dónde me quería dirigir. 

Para mí, la Educación Infantil es la fase más infravalorada del sistema educativo, y realmente no nos damos cuenta de que es en ella donde se produce el primer contacto de los alumnos con la escuela, por lo que es fundamental que se diviertan, que aprendan, que se sientan seguros, que se mueran de ganas de volver a clase. Y os aseguro que conseguir eso es mucho más complicado de lo que parece. Cuando terminé mis primeras prácticas ya empezaba a plantearme cambiar de rumbo, y el último año terminé por decidirme. Cambio radical, ¿porqué no?

El curso siguiente me metí de lleno en el mundo de la Formación Profesional, y empecé nuevamente con muchas ganas e ilusión el ciclo que marcó mi vida: Caracterización y Maquillaje Profesional. Descubrí un campo que me atrapó completamente, y a su vez, fui tristemente consciente de las infinitas carencias que había en él a nivel educativo. 

Veréis, pocos profesionales de éste área deciden dedicarse a la formación pública, por lo tanto hay muy pocos docentes disponibles. El primer año estuve 2 meses sin dar una asignatura por falta de profesorado, y en otras dos más pasaron 3 docentes distintos, viniendo todos de especialidades completamente distintas y sin tener ni idea de qué dar. Una de ellas incluso iba a clases particulares de escultura por las mañanas para enseñarnos por las tardes. Me sentí desilusionada y triste, estaba ansiosa por empaparme de saber, y no tenía lo que quería. Nos pasamos un año entero de manifestación en manifestación en diputación provincial, pero no había solución... Bueno sí, ajo y agua.

Cuando acabé, hice las maletas y me fui a Madrid con la intención de trabajar en cualquier sitio que me permitiera costearme cursos para poder mejorar y conseguir dedicarme a ello de verdad, aunque la realidad fue muy distinta: distancias eternas, horarios partidos, sueldos precarios... Y nuevamente decepción. Pero de todo se aprende, y decidí reinventar mi plan de futuro. ¿Por qué en vez de ser caracterizadora, no soy profe de Caracterización? ¿Por qué no ofrecer todo lo que yo no tuve? ¿Por qué no intentarlo? Cada vez estas ideas tenían más peso, y acabó convirtiéndose en un sueño. Me descargué toda la información posible de las oposiciones, vi qué necesitaba para acabar en un aula, y empecé a trabajar por ello. Pasito a pasito.

Primero hice otro FP, esta vez de Estética Integral y Bienestar, porque es la especialidad que necesito para acceder a las oposiciones. Lo hice como trámite, pero descubrí con mucha sorpresa que el ciclo me enamoró al mismo nivel que Caracterización. Después vino el inglés. Otro pasito.

Y ahora, estoy aquí, de vuelta a la Universidad de Valladolid, haciendo el máster de profesorado, 4 años después de tomar esta decisión. Me quedan muchos pasos más, entre ellos formarme adecuadamente para ser muy buena profesional, necesito hacer mil cursos y aprender infinitos procedimientos, pero es mi sueño, de verdad, no me veo haciendo nada más en la vida que no sea esto, y sé que con esfuerzo todo llega, así que con paciencia, optimismo, y aprendiendo de todas las piedrecitas que me encuentre por el camino, sé que llegaré a la meta... ¡ya no queda nada!